En el otoño de 1870, Monet viajó a Londres para escapar de la guerra franco-prusiana. Allí realizó una serie de pinturas, no demasiado inspiradas, entre las que destaca una obra maestra basada en la singularidad de la capital británica.
Monet utiliza una pincelada fragmentada, rápida y empastada, trabajando con manchas, comas y trazos cortos que otorgan a algunas zonas del conjunto un aspecto de puzzle. Una técnica propia del estilo impresionista utilizada para crear su mágica recreación de la vista desde el río, representando la niebla y el smog que se apoderó de Londres a finales del siglo XIX. La composición se compone de tonos grises, con una tonalidad rosa que asoma en el horizonte.
Durante su estancia en Londres, Monet conoció a Paul Durand-Ruel quien se convertiría en su principal mecenas.
El Támesis a su paso por Westminster,1871. Monet. Óleo sobre lienzo, 47 x 73 cm. Museo National Gallery de Londres.